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15 - Hiru ahoko ezpata
Leo usoa / Bi behatz /
Cormac Breatnach-en ezpatadantza


(La espada de triple filo) - 4´29
La paloma Leo / Los dos dedos /
La danza de espadas de Cormac Breatnach)



(Música: Alan Griffin)
(Arreglos y producción: Joxan Goikoetxea – Alan Griffin)


[Es] [Eus] [Eng] [Fr] [It] [Cat]


Técnico de grabación:
Joxan Goikoetxea
Grabado en el estudio AZTARNA (Hernani - Gipuzkoa) durante el año 2017.

Mezclas y mastering digital:
Mikel F.Krutzaga – Musikart Studio (Amezketa - Gipuzkoa).


Alan Griffin: low whistle, whistle, guimbarda, alboka
Joxan Goikoetxea: acordeón, teclados, percusiones y efectos
Fiachra Mac Gabhann: bouzuki, mandolina
Juanjo Otxandorena : bouzouki
Peter Maund: târ, riqq
Juan Arriola: violín

 

Hay danzas formales de Bizkaia y Gipuzkoa con compases de amalgama en 6/8 y 3/4. Estas melodías parecen no tener una denominación genérica, siendo 'ezpata-dantzak', 'danzas de espada', el apelativo habitualmente utilizado por los músicos - algunas de las cuales lo son y otras no. Las tres melodías nuevas que ofrecemos aquí conforman el patrón rítmico tradicional.

Las primeras dos no se adaptan a la alboka, pero la tercera sí: es la Nº 78 de Halfway to Hell: Albokarako 333 doinu.



Todo disco de Alboka debe tener por lo menos una tanda de danzas de espada. Tras grabar todas las melodías tradicionales empezamos a componer nuevas y aquí tenéis otras tres. A Joxan le pregunté que le parecían y me contestó: 'Más que ezpadadantzas son como laberintos con ritmo de ezpatadantza'.

 


Nombré la última melodía con la esperanza de que, a fuerza de lisonja, conseguiría que Cormac Breatnach la tocara. La génesis de los otros dos títulos te la contaría gustosamente en una conversación privada, pero prefiero no comunicarla por escrito.



 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ezpata-dantza



Este término es, por supuesto, genérico,
y en principio se puede aplicar a cualquier baile
que se hace con espadas: por ello, con este nombre
se conocen, sin salir del ámbito vasco,
distintas danzas, como por ejemplo algunas de
Xemein, Zumárraga, Deba, Legazpia o Lesaka
(aunque en este último caso y al menos
a día de hoy se utilicen en ella
palos y no espadas).

Además, hay una ezpata-dantza guipuzcoana
estandarizada, y últimamente incluso ha
surgido alguna nueva, como la de Pamplona.
Pero el término, especialmente en la primera
mitad del siglo XX, se extendió por todo
el País Vasco para designar a la
Dantzari Dantza del Duranguesado.

La razón de este curioso hecho estriba en
el interés que en esta versión tuvo el PNV
en particular y el propio Sabino Arana en particular:
es conocido, por ejemplo, el entusiasmo de Arana
desde la primera vez que la vio ejecutar,
en 1886, en Durango. Como casi toda la
simbología nacionalista, tuvo a su favor su
origen vizcaíno, y en este caso concreto él mismo
destacó su carácter viril y majestuoso del que
carecían otros bailes, como por ejemplo
la zinta-dantza (Arana Goiri 1987).

En su marcha inicial pensó durante su estancia
en la cárcel para escribir unos versos que luego
constituirían el euzko-abendearen ereserkia
o himno nacional vasco, actual himno de la
Comunidad Autónoma Vasca
(Jemein y Lanbarri 1977:288).

De la mano del nacionalismo vasco, en efecto,
(Arana Goiri ibid.), una danza que a finales
del siglo XIX se interpretaba apenas en
cuatro localidades del Duranguesado se expandió
por todo el País Vasco, tomando parte en la
mayor parte de los actos del Partido:
en 1910 empezaron las clases de danza vasca
en el Batzoki de Bilbao
(Camino y de Guezala 1991:65); en 1932
se creó Bizkaiko Ezpatadantzari Batza,
o Asociación de Ezpatadantzaris de Vizcaya,
y pronto surgieron organizaciones similares en otros territorios. En 1933, el día de San Ignacio,
doscientos setenta y cinco grupos de Vizcaya
se reunieron para bailar en el estadio
de San Mamés.

Por esas fechas, la homónima guipuzcoana
de dicha asociación tenía mil doscientos asociados, seiscientos la de Álava y quinientos
la de Navarra (Tápiz 2001:105).
En este contexto, y como se deduce del
mismo nombre de estas asociaciones,
parece que el nombre de Dantzari-dantza
ni siquiera era conocido fuera
de la Merindad de Durango.

Como a menudo ocurre en este ámbito,
por tanto, un término -en este caso,
ezpata-dantza- no tiene un significado claro
ni tampoco, en muchos sentidos, lógico.

Por lo que respecta a la música, por ejemplo,
no hubiera sido muy raro que una melodía,
o mejor dicho dos, hubieran tomado ese nombre.
Esta melodías, en efecto, aparecen de una u
otra forma en todas las ezpata-dantzak,
y como suele ocurrir en estos casos,
con variantes muy interesantes.

En música, sin embargo, el significado
más habitual del término ezpata-dantza es otro:
el de un género definido por un ritmo.
Más concretamente, el ritmo peculiar
que presentan determinadas partes
de la mencionada Dantzari-dantza.
El primero que puso en pentagramas la música
de este baile fue Wilhelm von Humboldt,
fruto del viaje que en 1801 realizó
por el País Vasco. Bajo el título de
Baile de los niños de esta merindad de Durango
escribió cuatro melodías en compás
de 6/8 y de 2/4,.

A principios del siglo XX, también Azkue escribió
la mayoría de las partes de la danza de
los ezpatadantzaris de Berriz,
citando expresamente al tamborilero Hipólito Amezua.
Y sin duda, tenemos en él uno de los ritmos
que, junto al del zortziko,
se han considerados
más característicos de la música vasca.




Fuente: Enciclopedia vasca Auñamendi
Autor: Carlos Sánchez Ekiza
Eusko Ikaskuntza

 

 

 

 

 

 

 




 



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Una de las primeras y más importantes cosas que se deciden a la hora de abordar el arreglo y la grabación de un tema en cualquier producción es el tempo.

El manual del buen productor aconseja probar en distintos momentos del día antes de fijar la velocidad ya que el biorritmo nos hace sentirla de modo muy distinto a primera hora de la mañana, después de una opípara comida o a la hora bruja de la noche.

No voy a desvelar nuestros secretos a la hora de decidir y jugar con nuestros tempos (como un buen cocinero que no desvela sus recetas gastronómicas) pero si quiero constatar que desde la grabación del primer disco de Alboka (Launako, 1994) las velocidades de nuestras ezpata-dantzas han ido aumentando vertiginosamente en las sucesivas grabaciones: Iparhaizea (1998), Dantzau daigun/Binako (2000) y Ekihaizea (2004) hasta que en este Hiru ahoko ezpata de 2017 volvemos a la velocidad aproximada de 2004...


¿Se atreve algún erúdito musical o incluso algún psicólogo-psiquiatra a hacer un somero estudio y sacar algún tipo de conclusión?


El dúo inicial de Fiachra y Juanjo con la mandolina y el bouzuki es un verdadero lujo. Un lujo que desgraciadamente nunca más volveremos a poder escuchar...


Aprovecho ahora para valorar y agradecer la labor de Juanjo (Pepe para los amigos) en el grupo. Su progresión y aportación con el bouzuki ha sido manifiesta en los últimos casi veinte años y reconocida igualmente en otros muchos proyectos y grupos con los que viene colaborando con notable éxito.

Las lineas armónico-rítimicas de estas ezpatadantzas son muy representativas de su estilo y abren en muchos casos la senda a seguir por el resto de los instrumentos. ¡Eskerrikasko Juanjo!

¿Y qué podemos decir de Cormac Breatnach al que Alan le dedica la tercera de las ezpatadantzas?



Pues que disfrutamos mucho de sus visitas a Euskadi donde tiene parte de sus raíces eusko-irlandesas y que echamos de menos aquella invitación que nos cursó para tocar en el William Kennedy Piping Festival 2009 de Armagh (Irlanda) donde pudimos actuar conjuntamente.




Cormac es uno de los músicos internacionales que ha incorporado a su repertorio temas euskaldunes interpretados desde su estilo y vision personal.

Eskerrikasko Cormac!




 





 

 





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